Macarrones a la boloñesa vegetariana



2 Personas    20 Min    Muy fácil

Ingredientes:

- 150 gr de soya (soja) texturizada.
- 250 gr de pasta seca corta, macarrones, penne, plumas...
- 1 cebolla mediana.
- 1 lata de 400 gr de tomate crudo triturado.
- 1 zanahoria fresca
- Orégano.
- Queso parmesano u otro similar. Si se desea salsa vegana, no incluir el queso.
- Sal y pimienta al gusto.


Elaboración:

Como una gran mayoría de los platos que contienen pasta, éste también es muy sencillo y rápido de preparar.

Lo primero, tras lavarnos bien las manos, es poner una olla al fuego con abundante agua. Echamos un chorrito de aceite, generosa sal y tapamos.

Por otra parte tomamos un colador y lo ponemos en una cazuela o bol o lo que tengamos que quepa agua, de manera que llenando el recipiente, el colador quede sumergido. Después echamos unos ciento cincuenta gramos de soya (soja) texturizada en el colador y nos aseguramos que todo el contenido quede bien sumergido. Otra forma de hidratar la soya es echarla directamente al agua y después colarla. Yo lo hago de esta forma por vago, porque me ahorro un paso.

Mientras, y en otra cazuela, rallamos una cebolla, echamos un chorrito de aceite, sal y la ponemos al fuego. Siempre que frío cebolla me gusta (además de la propia cebolla que la encuentro indispensable para la mayoría de platos) echarle un chorrito de vino blanco si la cebolla es blanca o tinto si la cebolla es morada. No sé realmente si hace o no efecto pero me encanta el sonido del vino reventando contra el fondo de la cazuela caliente, ese chasquido de placer antes de evaporarse y perderse campana extractora arriba.

Cuando la cebolla está lista, antes de que se empiecen a tostar sus puntas, echamos una lata de tomate crudo triturado y una cucharadita de azúcar, removemos con la cebolla y lo dejamos un minuto.

Llegados a este momento, la soya ya se debería haber hidratado lo suficiente y podemos sacarla del agua con el sencillo gesto de levantar el colador o colarla si habéis escogido la opción B de hidratación. Recomiendan darle un baño antes de echarla al guiso de turno y normalmente lo hago, pero como casi siempre voy de bólido y tengo la memoria de un pez, la mitad de veces se me olvida enjuagarla y aquí estoy todavía… Como decía, echamos la soya hidratada al tomate y la cebolla y removemos. Dejamos a fuego lento.

Es muy posible que el agua de la olla ya esté hirviendo, si fuera así ya podríamos echar la pasta corta. A mí me gusta hacer esta receta con macarrones porque a pesar de que mi madre los preparaba con una mezcla de carne picada de cerdo y vaca y yo no como nada de esos dos animales, el sabor que he conseguido me trae su imagen y me transporta cuarenta años atrás cuando era un niño que revoloteaba entre sus piernas preguntando cada cinco minutos si ya estaba la comida. Este plato además se asociaba a los días de fiesta, a los sábados, a los días de vacaciones en el cámping, a comer en pantalones cortos, sin camiseta, y con la sonrisa de mi hermana que disfrutaba de su plato favorito…

Una vez echada la pasta tomamos el tiempo y estamos pendientes del momento de sacarla. Vamos removiendo para que no se pegue. El momento de peligro de la pasta son los segundos inmediatos tras echarla al agua pero si removemos con cuidado en ese instante, el resto de los ocho o diez minutos la podemos dejar en paz.

Miramos la salsa y removemos un poco para que el tomate impregne bien toda la soya. Si se desea, en este punto se puede rallar algo de parmesano sobre la salsa, así como echar un poco de orégano molido. Es importante taparla para que no se seque demasiado y para que las maravillosas burbujas que hace el tomate al cocinarse no nos dejen la cocina como si tuviera sarampión.

Con las dos cosas en el fuego, la salsa y la pasta, aprovechamos para rallar media zanahoria, echarla al guiso y remover. La zanahoria le da a la salsa una textura carnívora y compensa la blandura de la soya, por eso hemos de echarla a medio cocinar y que mantenga su fuerza hasta el momento de servir.

Como quedarán un par de minutos antes de poder servir podemos aprovechar para limpiar todo lo que hemos manchado. Si tenéis la infinita fortuna de contar con el mejor invento del hombre después de la rueda, vamos echando todo al lavavajillas, pero si no… pues como cuando éramos adolescentes, a mano.

Seguramente en este punto la pasta ya esté lista, la probamos, la colamos (podemos utilizar el mismo colador de la soya) y la echamos a la salsa. Removemos unos segundos hasta que esté todo bien ligado y listos. Si os apetece se puede rallar algo de queso sobre el plato y gratinar, pero si habéis hecho cincuenta kilómetros de bicicleta el día de antes y tenéis más hambre que el perro de un ciego lazarillesco podemos servir directamente y darle con todo al plato.

Bon profit!

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